Nació entonces Lolita, una estrella transgénero con un pasado durísimo.
De padre dictador y madre subordinada, a los dieciocho años Juan se dio cuenta de que no podía vivir
más en ese cuerpo tan ajeno. Inevitablemente cayó en las drogas y la
prostitución luego de que lo echaran de la casa por manifestar su identidad de
género.
Fue en aquellos años de desolación —y por completa casualidad— que conoció a Esteban, un cazatalentos de la RuPaul’s Drag Race que se encargó de que rehabilitara, financió su genitoplastía
y le abrió paso en el reality. Hoy en
día, Lolita es una reconocida figura y un ejemplo a seguir tanto para quienes forman
parte de la comunidad LGBT como los que no.
El proceso creativo constó de tres etapas; escritura del guión,
realización del video y presentación en vivo en el Congreso Científico
Literario del Colegio Newlands. Tuvimos un mes aproximadamente, en el que el
personaje fue evolucionando de mero concepto hasta desfilar en el auditórium del
colegio (se hallaba
entonces Lolita en su pico de fama, rodeada de luces, envuelta en música y
flashes fotográficos).
Un aspecto negativo fue la desconexión con la propia historia del
escritor argentino. La temática fue anacrónica a los tiempos de Walsh en donde
nuestro personaje difícilmente hubiese salido con vida. La transexualidad era
considerada una enfermedad y programas como RuPaul’s
eran sencillamente impensados.
Para finalizar, espero que nuestra historia sirva tanto a modo de
homenaje a la obra de Rodolfo Walsh —quien comparte con Lolita una vida llena de censuras y
persecuciones—, como
también instrumento de concientización sobre la importancia de la identidad de
género.
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