miércoles, 26 de junio de 2013

El pacto de la paz

  Una mañana tranquila como todas en los suburbios de Vietnam. Eran ya las cinco de la mañana y había unos pocos miembros de la manada despiertos. Como yo soy el jefe, me encargué de llamar a todos para comenzar la búsqueda semanal del alimento. Caminamos varias horas bajo el rayo del sol. Queríamos llegar, como siempre, a ''la cueva del helado''. Es cierto que comemos musgo, pero una vez a la semana, o tal vez dos, nos alimentamos del helado que cae en forma de lava del volcán de ''la cueva'', porque comer siempre musgo puede ser letal. Apenas llegamos, nos encontramos con algo que nos paralizó por un segundo.
   Recuerdo haber visto a la raza de Képtules, nuestros verdes enemigos, algunos apoderándose de nuestro chocolatoso helado y otros, los macho alfa, sosteniendo unos pinchudos garrotes. Cuando salí del estado de parálisis, empecé a atar cabos poco a poco; La raza enemiga, quería conquistar nuestro segundo hogar. Para mi sorpresa, el jefe de su manada era Hommant, mi mejor amigo de la infancia.
   Éste siempre fue muy envidioso de mí; Quería mis juguetes, mis musgos, etc... Pasábamos todo el día en el agua cuando la comunidad de Ralcoomenes y la de Képtules, vivían pacíficamente en el río Paraná.
   -Este es tu fin Krumo!- Aulló el macho alfa -¡Siempre has tenido más que yo! Esto llegará a su fin cuando me apodere de tu cueva...
   -Pero.. No entiendo... Siempre hemos sido muy buenos amigos..¿Por qué me haces esto?- Le pregunté alzando la voz, ya que estábamos a doscientos metros de distancia.
   -Pero por favor, ahora no te hagas el inocente... ¡Los dos sabemos que me arruinaste la vida!- Exclamó el Képtul.
   -¿O será que siempre te has fijado en lo que no tienes? Es decir, perdona, nunca quise arruinarte la vida ni mucho menos... Eras como un hermano para mí -Y apenas le respondí eso, fui corriendo hacia el contrincante (mientras todos los Képtules y Ralcoomenes se quedaban callados, sin saber lo que pasaba) y como pensó que lo iba a atacar, agarró con fuerza su garrote para golpearme.
   Cuando su arma casi me toca la cabeza, vi mi vida pasar por mis ojos, pero en vez de huir, cobré todas las fuerzas, y lo abracé. Hommant soltó su garrote y me abrazó también. Lo dejó caer en el piso con tanta impotencia que abrumaba. Como los demás miembros de ambos bandos no sabían qué hacer, dejaron de lado el helado y comenzaron a festejar. 
   Desde ese día, se pactó que las dos razas mencionadas convivirían en paz, siendo hermanos entre ellos y compartirían por supuesto, la cueva del helado. Así fue como, uniendo Képtules y Ralcoomenes, se originaron los Camoofios, una raza de más de 100.000 especies.
Fin.

1 comentario:

  1. Excelente trabajo Martina. Tu cuento está bien estructurado y muy bien narrado. Los diálogos aportan dinamismo a la historia y las descripciones son completas, haciendo que el lector pueda introducirse cómodamente en el universo que creaste.
    Ortografía y tildación muy bien cuidadas, final muy bien resuelto. Impecable.
    10 (diez)

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